Título*: | Llantos entre Tinieblas |
Autor*: | Jordi Clavero |
Tema*: | Cuento |
Rull odiaba el invierno como sólo un ghoul podía odiar un invierno cualquiera. Y es que los ghouls suelen odiar muchas cosas; como pasar frío, el crujir de la nieve al ser compactada bajo sus zarpas traseras y tener que buscar algo para llevarse a la boca cuando prácticamente todos los animales del bosque dormitaban en sus madrigueras...
Si hubiera podido elegir, hubiera preferido encontrar el cadáver de un ser humano adulto; pues no sólo le resultaría todo un manjar, sino que también le proporcionaría alguna prenda de vestir y algún que otro objeto brillante para su colección.
Por desgracia no ululaban los vientos a favor de los ghouls, pues los seres humanos habían tomado por costumbre prolongar su esperanza de vida de una forma alarmante.
Atrás habían quedado los tiempos en que se podía merodear por algún cementerio rebosante de cadáveres. Atrás habían quedado los tiempos en que se podía elegir entre aquellos funestos menús.
Rull era un depredador perezoso; pues prefería que la muerte se llevara el alma de sus victimas, antes que tener que perseguir una presa de corazón latiente. Por eso, cuando encontró a una niñita rubia de aspecto febril y con la cara llena de mocos en mitad del bosque, se ocultó entre unos matorrales cercanos y esperó a que falleciera por sí misma.
Pero aquella niñita se aferraba a la vida como el más bravo de los guerreros; por lo que perdiendo la paciencia caminó hacia ella con sigilo, la tomó entre sus zarpas con sumo cuidado y se la llevó a su propia madriguera.
Lejos de fallecer, la niñita pareció recuperarse al calor de aquel refugio; por lo que Rull comenzó a deambular de un lado para el otro ante la atenta mirada de la cría.
La niña no emitió sonido alguno mientras lloraba, ni clamó a los cuatro vientos ser liberada; por lo que Rull estaba completamente perplejo. Podía desgarrar su yugular de un sólo bocado, estrangularle o arrancarle el corazón de un certero zarpazo; pero sin saber por qué, se tumbó en su lecho de hojas mustias y al cabo de varios minutos fingió estar profundamente dormido.
Cuando la niñita se marchó derrochando cautela, Rull se incorporó lentamente de su lecho y emitió un lamento en forma de sonora risotada.
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Un gran cuento de terror!!
ResponderEliminarmuy buena historia, acá les dejo mi blog por si gustan pasarse n.n
ResponderEliminarhistoriascuriosidadesyconsejos.blogspot.com/